El viento se lleva las hojas muertas y los manuscritos olvidados. Las palabras amarillas flotan levemente antes de caer, rendidas, sobre el camino de la infancia. El anciano las va recogiendo y apilando mientras ellas hablan de recuerdos ajados por el tiempo, pero tan vivos como tenues destellos de luz entre las nubes de otoño. Recuerdos errantes que se lleva el viento, junto a las hojas muertas.
Las relaciones anciano/otoño, recuerdos ajados/hojas muertas, evocan todo lo necesario para esa atmósfera tan nostálgica y poética.
ResponderEliminarEs verdad, Luis, que el otoño nos recuerda lo cíclico del tiempo; lo que alguna vez se llevó regresa y nos encuentra más viejos, nostálgicos, poéticos…
ResponderEliminarUn saludo.
Un placer que me lea alguien que escribe y dibuja así.
ResponderEliminarFelicidades por el micro Sara.
besos
Gracias, Ingrid y Nel por vuestros comentarios. Me alegro que os gusten mis dibujos y relatos. Un saludo a ambos.
ResponderEliminarDe todos esos recuerdos llevados por el viento, muchos, se transmiten y permanecen vivos. Otros llegan a los manuscritos que pueden ser rescatados con su lectura. Esas hojas amarillas reverdecen cada primavera con los nuevos ojos que las leen.
ResponderEliminarUn besote Sara