Sus ojos, seniles y sabios, se ocultaban tras sus párpados caídos. Sentado apenas en el borde de la silla, cuidaba de sus inventos tanto como descuidaba su aspecto. Era el típico profesor retirado, sumido en enigmas irresolubles. De sus manos se escurría su último artilugio, un híbrido entre medusa y esponja, surcado por conexiones y cables. Lo había creado para sustituir a su cerebro, aquejado de un mal que deshacía la memoria. En sus manos sujetaba su ingenio, pero no recordaba para qué servía.
Pobreciiito. Me recuerda a un micro que escribí yo, se titula CANCIONES PARA EL OLVIDO: Estaba escribiendo un tema maravilloso,"Canciones para el olvido" -dijo el compositor lleno de orgullo- podría haber sido un exito seguro pero ,..., se me olvido el final.
ResponderEliminarA veces imaginamos cuentos, canciones, o inventos buenísimos cuando no podemos escribirlos. Y cuando queremos recordarlos para llevarlos al papel (o al ordenador) ya no nos acordamos. Yo, no me enfado, sencillamente me digo es que ese cuento tan bueno era solo para mí.
Saludos Sara
No me canso de descubrir lo ya descubierto. Las cosas buenas siempre lo son y es grato volver a saborearlas.
ResponderEliminarUn saludo Sara
Terrible asunto el de la pérdida de la memoria. A mí me aterra.
ResponderEliminarGran micro, Sara. Muy descriptivo.
Un besazo.
Lo espeluznante del tema se suaviza con la delicada descripción que hacés del profesor.
ResponderEliminarDelicia de micro, Sara
Abrazos
Me han gustado tus "Canciones para el olvido" Nuria. Por eso siempre llevo una libreta y un boli en mi bolso, nunca se sabe cuando llegará la inspiración.
ResponderEliminarGracias por releerme, Cormorán.
Sí es aterrador, MJ. Y para una mente brillante como la de un científico, más si cabe.
Gracias, Patricia. Lo describí tal cual me lo imaginé, como una película de solo una imagen, tan larga como el intento del profesor en recordar.
Abrazos.
Buen micro sobre la pérdida de memoria, la sensación que deja es aterradora.
ResponderEliminarBesos
Espero tus micros con ilusión y ansiedad, son como una lluvia de mayo... Los leo y los vuelvo a leer. Río y sufro con ellos, como en esta bella historia, llena de ternura y delicado humor y que reivindica los sentimientos y las emociones ante la siempre cruel pérdida de memoria.Recuerdo ahora la sublime interpretación que hizo Norma Aleandro en la excelente película argentina " El hijo de la novia " de Juan José Campanella y que os recomiendo. Puro zumo de emociones, como tus textos...
ResponderEliminarGracias, Elysa. Debe ser terrible ni siquiera recordar nuestras propias creaciones.
ResponderEliminarAsí como tú esperas mis micros, yo espero tus comentarios, Amigo mortal.
Abrazos a ambos.
Sara:
ResponderEliminarUn texto escrito con mucho ingenio, me agrada entrar a tu blog, pues sé que voy a leer una porción de arte verdadero.
Te dejo un beso.
Humberto.
Desde mi punto de vista, este micro tiene una fuerza impresionante.
ResponderEliminarMuy bueno.
Besos, Sara.
Muchas gracias, Humberto. Lo mismo digo de tu blog y tus magníficos relatos. Saludos.
ResponderEliminarAprecio mucho tu opinión, Torcuato. Gracias. Un beso.
Muy bueno y como siempre estupenda armonía entre tus relatos y tus ilustraciones Sara.
ResponderEliminarBesos
Gracias, Acapu. Un saludo.
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