La niña cayó a las vías cuando el tren pasaba; la locomotora cesó su marcha a trompicones, golpeándose una y otra vez contra ella. Su hermano lloraba desconsolado al verla tirada allí, destrozando su juguete favorito. Enfadado, el niño decidió vengarse lanzando el juguete nuevo de su hermana por el balcón. Encaramados a la barandilla los pequeños forcejeaban entre manotazos y tirones cuando, al fin, una mano cedió. ¡No!, se oyó gritar mientras caía al vacío, impactando de lleno sobre una vecina, la frágil muñeca de porcelana.
Este micro participó en el "Vendaval de Microrrelatos 2011".
Que me has hecho sufrir con este extraordinariamente bien urdido micro, Sara.
ResponderEliminarBesos, compañera de Vendaval
Esa era la idea, Patricia, hacer sufrir un poquito al lector hasta el final.
ResponderEliminarGracias por comentar también por aquí.
Un vendaval de abrazos.
Como ya te comenté, un micro muy inquietante y muy bien resuelto.
ResponderEliminarBesos, Sara.
Gracias, MJ. Un beso.
ResponderEliminarSí, se oye el ruido de la caída de la muñeca de porcelana dando un suspiro de alivio que casi no deja tener pena por la pobre muñeca, muy bueno, Sara.
ResponderEliminarAl final esa era la absurda fatalidad, una muñeca rota. Pero ¿y la pobre vecina...?
ResponderEliminarGracias Mirina por tu comentario. Besos.
Bravo Sara, leí los tres micros que publicaron en Atticus, están sensacionales, no cabe duda que proyectas tu belleza en cada uno.
ResponderEliminarGracias Carlos por tus palabras, que me llenan de ilusión.
ResponderEliminarUn abrazo.