sábado, 12 de noviembre de 2011

Vanidad

Dulces pajaritos merodeaban mi cabeza; me besaban con intensos picoteos en el pelo, revoloteaban sus alas detrás de mis orejas y me susurraban trinos sibilantes asintiendo mis ideas con un prolongado “si”. Con ese énfasis me alentaron día a día hasta que terminé de escribir el libro –sin duda una obra maestra–; aunque, como era de esperar, he tenido que pagar un precio. No solo me he quedado calvo, sino que ahora tengo que aguantar a molestos cuervos criticones.


11 comentarios:

  1. Hola Sara:

    Yo diría que un buen micro es más un arte que una herencia. Que es algo que hay que construir, pacientemente, laboriosamente. Un arte que hay que practicar terca y constantemente. No escribiendo cualquier cosa, porque el fruto de ese tipo de ensayos hay que conseguirlo no de cualquier forma:
    ¿ Con qué ? Con equilibrio interior, con paz en el alma y con inteligencia. Además de eso, si uno quiere hacer sonreír, debe ser fiel a sí mismo. Un amargado jamás sabrá sonreír como tampoco sabría provocar una sonrisa. Menos un orgulloso...

    Un abrazo.

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  2. Sara, nadie dijo que escribir una obra maestra fuese fácil. Tiene su precio.
    Me gusta ese final en que los críticos son cuervos.
    Un abrazo.

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  3. Un precio un tanto caro, calvo y encima aguantar críticas, pero es lo que conlleva escribir un libro: alabanzas y críticas.

    Besitos

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  4. Es un final estupendo. Bueno, calvo no tendrá aguantar a los cuervos pegándole tirones del pelo.

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  5. No tengo miedo los cuervos, aún cuando serán capaces de picotear la carne desnuda de mis hijos y acepto la atención de los dulces pajaritos que nos empujan a seguir engendrando entre trino y trino, aunque no todo lo creado pueda ser obra maestra.
    Un saludo Sara.

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  6. Hola Amigo mortal. El micro de hoy trae un poco de humor e ironía, que siempre vienen bien. Un beso.

    Nicolás: Todo tiene su precio. Escribir una "obra maestra" puede hacer perder los pelos y también la humildad.
    Besos.

    Elysa: Claro que sí. Aunque este personaje solo aceptaba las afirmaciones...

    Alberto. Claro. No hay mal que por bien no venga :-)


    Fernando: Estás en lo cierto: hay que dejar a un lado la vanidad y el ego, y saber aceptar tanto a los dulces pajaritos como a los cuervos criticones. Todos son experiencias que nos ayudan a crecer. Y hay que aprender a reírnos de nosotros mismos, a autocriticarnos y valorarnos. A aceptar, como dices, que no todas nuestras creaciones son "obras maestras".
    Un abrazo.

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  7. Hola Sara, me encanta la comparación entre cuervos y críticos. A veces leo ciertas críticas en manos de personas que dicen ser entendidos y no puedo por menos que "adelantar" en mi estantería la obra tan criticada.

    Tienes razón en que la vanidad no es buena, pero hay quien es destructor por naturaleza, y eso tampoco es bueno.

    Tu ilustración me recuerda a unas láminas que tengo por ahí del Quijote ¿te has inspirado en alguna de ellas?.

    Me encanta tu micro. Tienes mucho arte en conjugar imágen y texto.

    Abrazos des - demispalabras.

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  8. El vanidoso vive de lisonjas.
    Gran ironía sobre la vanidad, Sara.

    Un abrazo.

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  9. Hola Laura: Gracias por tu comentario. Ahora que lo dices, es verdad que el dibujo tiene cierto aire a Don Quijote, aunque no era mi intención, simplemente salió así.
    Besos.

    MJ: Eso prentendía ser, un texto irónico sobre la vanidad.
    Un abrazo.

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  10. Jeje, lo describes muy bien, las bandadas de cuervos pueden ser implacables.

    También genial la ilustración :)

    Un abrazo

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