Este cuento ha
participado en la convocatoria de Triple C denominada
(Un proyecto colectivo para una serie de microrrelatos que, versionando
los cuentos de los hermanos Grimm, describan una situación delincuencial.)
La princesa Aurora había recibido al nacer los dones de
sus hadas madrinas, aunque no los defectos, que eran heredados. Mientras su
madre aguardaba suspicaz a que abriese los párpados temiendo hallar en su mirada
una réplica de sus ojos bizcos, su padre se acercó rengueando a comprobar que
sus dos piernitas sonrosadas fueran del mismo tamaño. Si bien tras aquel primer
escrutinio concluyeron que era una niña perfecta, con el paso de los años
fueron convenciéndose de que no era así. La enorme belleza e inteligencia de
Aurora solo era proporcional a su gran maldad. Los piadosos monarcas no cesaban
de preguntarse a quién había salido la joven, hasta que un día recordaron a la
tía Pérfida, que por sus fechorías había sido desterrada del reino. Preocupados
por la suerte de su hija mandaron llamar al hada Azulinda, quien predijo que
solo el beso de su alma gemela podría despertar en Aurora el gen del amor.
Consciente de que ese príncipe azul tardaría un siglo en aparecer, el hada
sumió a Aurora y a todos los habitantes del castillo en un largo y profundo
sueño. Cien años después un apuesto joven llegó hasta el lecho de la bella
durmiente y se arrodilló a su lado. Aurora entonces abrió los ojos y, sin darle
tiempo a besarla, extrajo el puñal que guardaba bajo las sábanas y se lo clavó
en el corazón.

A mí me tocó
versionar, como ya habréis adivinado,
a La Bella Durmiente.
Pronto saldrá un PDF o libro digital donde se recogerán todos los textos participantes.