Este microrrelato participa en la I Carrera Verde Digital, ideada y organizada por Luisa Hurtado.
Tomo el último relevo de mi equipo (los Kiwis) de la mano de Elysa Brioa.
El rastro de lo que fuimos —voraces
depredadores del planeta— solo perdura en nuestra memoria colectiva y a través
de los numerosos libros que lo cuentan. Porque a lo largo de todos estos años
hemos sabido cambiar. Ahora somos más sabios, firmes defensores de la vida y respetuosos
con el medio ambiente. Incluso hemos logrado revertir los efectos nocivos de
nuestros antiguos excesos. Ya no matamos para comer y veneramos cada brizna de
hierba que se yergue en pos del sol. Lástima ese meteorito que se acerca.
Enhorabuena a todos los equipos. Ha sido un placer participar.
Justo me has pillado delante del ordenador. A lo mejor soy la primera que te lee y mientras leía... pensaba: qué un final en positivo, feliz, hasta que el meteorito me ha aplastado, un meteorito no es algo contra lo que se pueda hacer mucho, es un final que no es responsabilidad nuestra, no es nuestra culpa pero... jo, ha sido un jarro de agua fría.
ResponderEliminarEn cualquier caso, gracias por la primera imagen (han salido buenas historias de ella, creo yo) y por este micro. Un beso, Luisa
No se puede hacer mucho contra lo inefable, porque algún día el final llegará, pero sí podemos hacer todo lo posible por no ser los responsables de ello, por cambiar y ser mejores, por darlo todo...
EliminarGracias a ti, Luisa por esta iniciativa de la que tanto hemos disfrutado.
Un abrazo.
Jooooo Sara con lo bonito que estaba todo y vas y lo espachurras...
ResponderEliminarMe ha encantado seguiros los pasos tras estos relevos verdes.
Besos de repollo desde el aire
A mí también me ha encantado leer todos vuestros relatos, Rosa.
EliminarUn abrazo.
Sara, impresionante la rapidez en elaborar el relato y la historia que recoge. Como dice Luisa, yo también esperaba un final de cuento de hadas, pero claro contra el meteorito poco se puede hacer.
ResponderEliminarMe alegro de haber participado en esta Carrera Verde y por pertenecer a los Kiwis. ¿Hemos sido los primeros?
Un beso.
Es que los finales de cuentos de hadas se me resisten...
EliminarLos primeros, Nicolás, han sido "Los Acelgas". Han volado como el rayo. No te pierdas el colofón de Sandra Montelpare. Pero de cualquier manera nosotros hemos ido rápido también :-)
Un abrazo.
Oh me descolocó el final. Venía augurando tan bien! Pero parece ser que el hombre siempre entiende las cosas demasiado tarde.
ResponderEliminarBuen cierre, Sara, para los kiwis. Me encantó leer los textos que subieron! ¡Un abrazo verde para vos y todos los kiwis!
No me pude resistir a ese final que, tarde o temprano, habrá de llegar. Espero que no nos demos cuenta demasiado tarde, que dé tiempo de llegar a ser lo mejor que se espera de nosotros como civilización.
EliminarEnhorabuena a vosotros, acelguitas, por vuestra estupenda participación.
Un abrazo, Sandra.
Siempre a destiempo, los jodidos meteoritos. Para eso mejor no cambiar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fíjate que desde que nacemos somos conscientes de que la muerte nos pisa los talones. Sin embargo, nos empeñamos en crecer, estudiar, prosperar, ser buenas personas... hay que darlo todo aquí, justamente porque el tiempo que tenemos es corto.
EliminarUn abrazo, Amando.
Como nos has cambiado de vía en el último momento. Eso es lo bueno de los micros, y la suerte de los kiwis al tenerte de compañera. Un cierre abierto porque la vida (o no) continúa.
ResponderEliminarBesos y un abrazo grande, Sara.
VIVAN LOS KIWIS!!!
Es verdad, Petra, el meteorito parecería augurar un final, pero tal vez es un principio de una nueva vida para los supervivientes. Quizás si aquel meteorito no se hubiese cargado a los dinosaurios, no estaríamos aquí :-)
EliminarUn abrazo, compañera de equipo.
Nadie mejor que tú para terminar nuestra Carrera Verde. Sara la especialista en finales, inesperados, formidables... y siempre, siempre, me sorprendes, eres maestra en esconder tus intenciones.
ResponderEliminarMe repito lo sé, pero es que me encantas.
Un beso
¡Que vivan los kiwis!
Gracias, Rosy, aunque pido perdón por haber "reventado" el final jaja.
EliminarUna alegría compartir equipo contigo.
Besos.
¡Toma, ya! Menuda frase final, ya estaba yo pensando que tú arreglabas mi desaguisado y no, ¡toca meteorito! jajaja ¡buen cierre, _Sara!
ResponderEliminarAhora con un poquito de tiempo voy a leerme todos de seguido.
¡aupa los kiwis!
Besitos
Hola, Elysa. Empecé decidida a que no llegase a pasar lo que predices en tu micro, en hacer que los humanos recapacitemos y que diera tiempo de enmendar y de cambiar. Pero ya ves, nunca se sabe...
EliminarUn abrazo, compañera kiwi.
Hola Sara, nunca te había leído y me impacto como llevabas la historia para luego dar tremendo vuelco, te seguiré leyendo.
ResponderEliminarUn abrazo de un acelga.
Luis
Hola, Moli. Te he leído gracias a este proyecto. Me ha encantado tu aportación. Me alegra verte por aquí. Bienvenido.
EliminarUn abrazo.
Estupendo micro. Porque me fascinan las sorpresas. Porque la Vida es una constante sorpresa. Y ese no saber no es motivo para dejarse estar. Nada justifica convertirnos en unos espantosos depredadores. Al fin de cuentas, lo importante es hacer. Lo demás pues será pura circunstancia.
ResponderEliminarUn placer disfrutar de tu casa, Sara! Saludos desde Buenos Aires!
Concuerdo absolutamente con tu comentario, Bee. Aunque no sabemos lo que pasará mañana, eso no justifica nuestra desidia hoy.
EliminarUn abrazo.
El verde pasto estaba ahí. Consumiendo agua y luz y algún nutriente de la tierra. Desayunaba amaneceres y paseos de pezuñas de una vacas displicentes, con cencerros y sin prisas.
ResponderEliminarLos humanos habíamos esquilmado su extensión, a veces por simple afán de edificar lo accesorio. Y el meteorito, buen final, ponía un fin a la sinrazón.
Me gustó. Un abrazo.
Quizás nos sea imposible lograr un mundo perfecto, porque somos imperfectos, que se le va a hacer... Pero sí podemos poner toda nuestra buena voluntad y esmero en intentarlo.
EliminarBesos, Albada.
Sócrates atribuía el mal a una cierta ignorancia; hoy, en cambio, se cree que consiste en una fácilmente remediable falta de información.
ResponderEliminar¿ Era eso lo que querías decir, no ?
Un abrazo.
La sabiduría no se adquiere por atiborrarse de información. Se puede ser muy erudito, pero al final ese conocimiento impostado se estanca. La sabiduría mana de dentro hacia afuera, como el agua de un pozo.
EliminarUn abrazo, mi amigo mortal.
¡Esos Kiwis arrasan!
ResponderEliminarBuen relato, Sara, muy bueno. Me ha gustado en la medida que resultaba esperanzador, como una apuesta de ciencia ficción a cotracorriente de lo habitual; hasta que me desarmas con el meteorito.
Aplausos.
Un abrazo,
Puffff¡¡¡¡¡¡ Y pensar que acabaremos convertidos en papilla. Un buen final, que te desencaja por completo en una historia, tierna, con capacidad de dibujar cambios. Fuera de austeridades, suena la campana de la reconciliación con el entorno, otras formas de ver, hasta que en el mejor momento, todo acaba convertido en papilla. Como la vida misma. Sucesos que no se pueden detener.
ResponderEliminarMe encanta tu forma de redactar, me resulta cautivadora, y atrayente. Muy bien¡¡¡¡¡¡ Te lo dice un Brócoli. A ver mi grupo... todavía estamos por acabar.
Saludos cordiales y enhorabuena por este pequeño regalo.
Muy bueno Sara, muy buena tu llegada a meta.
ResponderEliminarBesos de Brócoli a Kiwi.
Con lo estupendo que parecía todo!! Me queda el consuelo de ver cómo has puesto confianza en el ser humano, y esa sorpresa final que hace que nada importe.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo, de un brócoli.
A mí me ha encantado el final. El castigo por haber arreglado tan tarde los excesos. La esperanza la tengo en que, tras el impacto, habrá un relevo de especies y una nueva oportunidad para el planeta.
ResponderEliminarUn beso
Buena reflexión. Tarde o temprano, el mundo se acabará hagamos lo que hagamos.
ResponderEliminarvaya final trájico ... me dejas boquiabierta. pareces decir que al final nada importa porque todo acaba. buen fin.
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