Según era tradición en Kirum, el hijo primogénito debía recorrer sus dominios a pie como preparación para acceder a la corona. El honrado príncipe, firmemente decidido a cumplir su misión, emprendió el viaje.
Mientras tanto su hermano —un guerrero astuto y desalmado que ansiaba ser rey— conquistaba las naciones vecinas a fuerza de sangre. De esta manera, cuando el heredero creía haber llegado a los límites de sus posesiones, se encontraba ante otro pueblo vasallo del reino, y debía seguir andando. Engullido por los caminos de su vasto imperio, el príncipe jamás pudo regresar.
Mientras tanto su hermano —un guerrero astuto y desalmado que ansiaba ser rey— conquistaba las naciones vecinas a fuerza de sangre. De esta manera, cuando el heredero creía haber llegado a los límites de sus posesiones, se encontraba ante otro pueblo vasallo del reino, y debía seguir andando. Engullido por los caminos de su vasto imperio, el príncipe jamás pudo regresar.
El rey se quedó sin hijos, siempre ausentes, y a falta de estos fué la hija, desestimada por su condición, quien finalmente reinó. No sobre tierras y reinos, sino sobre el corazón de su progenitor , la corte y el pueblo.
ResponderEliminarHermoso final aportas, Cormorán. Utópico y a la vez optimista. Porque ¿quién sabe si el malvado hermano regresó vivo para ocupar el trono...?
ResponderEliminarBueno, dicen que lo importante es disfrutar del camino y no pensar tanto en el objetivo final, no?
ResponderEliminarjejeje..
me ha gustado mucho la historia y la ilustración.
un beso
Que persevere, que siga caminando. Seguro que su malvado hermano cae agotado.
ResponderEliminarBesos, Sara.
Es verdad, Torcuato, tal vez el conquistador se canse antes de luchar que el otro de caminar...
ResponderEliminarSi sigue andando será como tu dices, Íngrid, que disfruta del camino.
Gracias por vuestros comentarios.
El camino, sembrado de odio y muerte, quizás pesen más en el heredero, que el tamaño de este en si. Doblemente cruel, -siguiendo el relato-, en el que finalmente jamás regresó...
ResponderEliminarGran historia, Sara. Un fuerte abrazo.
Ese camino ampliado a base de destrucción seguramente pesa en el heredero, y también no hacer nada por evitarlo, salvo seguir andando porque lo manda la tradición.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, 21. Otro abrazo para ti.