jueves, 3 de febrero de 2011

El viaje interminable

Según era tradición en Kirum, el hijo primogénito debía recorrer sus dominios a pie como preparación para acceder a la corona. El honrado príncipe, firmemente decidido a cumplir su misión, emprendió el viaje. 
Mientras tanto su hermano —un guerrero astuto y desalmado que ansiaba ser rey— conquistaba las naciones vecinas a fuerza de sangre. De esta manera, cuando el heredero creía haber llegado a los límites de sus posesiones, se encontraba ante otro pueblo vasallo del reino, y debía seguir andando. Engullido por los caminos de su vasto imperio, el príncipe jamás pudo regresar.


7 comentarios:

  1. El rey se quedó sin hijos, siempre ausentes, y a falta de estos fué la hija, desestimada por su condición, quien finalmente reinó. No sobre tierras y reinos, sino sobre el corazón de su progenitor , la corte y el pueblo.

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  2. Hermoso final aportas, Cormorán. Utópico y a la vez optimista. Porque ¿quién sabe si el malvado hermano regresó vivo para ocupar el trono...?

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  3. Bueno, dicen que lo importante es disfrutar del camino y no pensar tanto en el objetivo final, no?
    jejeje..
    me ha gustado mucho la historia y la ilustración.
    un beso

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  4. Que persevere, que siga caminando. Seguro que su malvado hermano cae agotado.
    Besos, Sara.

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  5. Es verdad, Torcuato, tal vez el conquistador se canse antes de luchar que el otro de caminar...

    Si sigue andando será como tu dices, Íngrid, que disfruta del camino.

    Gracias por vuestros comentarios.

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  6. El camino, sembrado de odio y muerte, quizás pesen más en el heredero, que el tamaño de este en si. Doblemente cruel, -siguiendo el relato-, en el que finalmente jamás regresó...
    Gran historia, Sara. Un fuerte abrazo.

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  7. Ese camino ampliado a base de destrucción seguramente pesa en el heredero, y también no hacer nada por evitarlo, salvo seguir andando porque lo manda la tradición.
    Gracias por tu comentario, 21. Otro abrazo para ti.

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